Nadie lee los “términos y condiciones”
- Rétor Business
- 22 sept
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Lenguaje llano y acceso a la justicia
Hay tres lógicas que sostienen la civilización, según Adam Smith, padre de la Economía moderna: economía, amistad y justicia. De ahí sus tres grandes obras: Riqueza de las naciones, Sentimientos morales y Lecturas en jurisprudencia.
La ilustración escocesa, como otras tradiciones liberales, buscaba que el ciudadano de a pie pudiera comprender y manejar estos tres principios para constituir una ciudad virtuosa. Pero vino la especialización científica y cada disciplina se aisló entre muros linguísticos custodiados por sacerdotes expertos en jerga económica, ética y jurídica. Hablemos de la última.

Antes de la 4ta Transformación había una gran tradición de filósofos que denunciaban la oscuridad de la jerga legal, sobre todo en un país de tradición constitucional, es decir, con hartas leyes que conocer y cumplir. En las últimas décadas, filósofos y poetas mexicanos como mis mentores Héctor Zagal, Julio Hubard y Guillermo Hurtado si bien reconocen la necesidad de expertos acreditados dirigiendo la institución jurídica, criticaban que el lenguaje de la justicia está restringido para un grupo de especialistas: los abogados.
Ejemplo:
Abogado: “El actor solicita la nulidad absoluta del acto jurídico por vicios del consentimiento derivados de dolo.”
Ciudadano de a pie: “La persona pide anulación de contrato porque la engañaron para firmarlo”.
Antes de arremeter con críticas ingenuas y peligrosas, es preciso reconocer que muchos de estos tecnicismos responden a la gran complejidad del fenómeno jurídico: es decir, el lograr la máxima certeza en la atribución de responsabilidad ante una controversia legal. Y, por lo mismo, son necesarios especialistas validados. La vida, los negocios, las relaciones, etc., dependen en alguna medida de estos actos jurídicos o contratos. La certeza jurídica es uno de los fundamentos del estado de derecho, es decir, de la vida civilizada.
Pero todo con medida, dice Corona y la sabiduría griega: el exceso o uso gratuito de latinajos, florituras y legalismos, como de cualquier herramienta, trae resultados contraproducentes. Es decir, que afectan más de lo que benefician. ¿Qué tanto perdemos cuando sacrificamos accesibilidad por certeza y especificidad?
Acceso a la justicia
En el primer libro de la Política el abuelo de occidente Aristóteles, otro titán que logró articular el orden social en un gran cuerpo intelectual, dice que el ser humano es por naturaleza un zoon politikon: un animal político.
No, Aristoteles no era tan pesimista ni burlón. Para él un animal político no es un funcionario en campaña electoral, es simplemente un animal social que vive en una polis (ciudad).
¿Cómo fue posible que un animal construyera y sostuviera un arquitectura tan compleja como lo es una ciudad? Porque es el único animal que tiene capacidad de palabra: logos, en griego. De ahí la célebre definición de ser humano como “zoon logon”, que malamente tradujeron como “animal racional”. Su traducción más fiel es animal capaz de hablar.
¿Qué significa que el ser humano sea capaz de hablar, en el sentido más filosófico del término? Que somos, según Aristóteles, un animal que, a diferencia de los otros, no sólo expresa lo que le causa dolor y placer, sino lo que le parece justo e injusto.
Ahí el problema: la jerga jurídica nos arrebata uno de las capacidades más humanas y, con ella, el acceso a la justicia. ¿Sabes qué es y cómo hacer un amparo? Yo tampoco.
Falta de cultura y eficiencia legal
Ya Hubard, Zagal y Hurtado lo han repetido: parece que en México la justicia está reservada para quien estudió Derecho o quien puede pagar un abogado. Esto produce:
2.1 Que la mayoría no conozca sus derechos y obligaciones mínimas: ¿quién lee los “Términos y condiciones”?
2.2 Que se saturen juzgados con pleitos que podrían resolverse entre particulares
2.3 Que se obstaculice el emprendimiento empresarial o se incentive la informalidad
2.4 Que los más necesitados sean los más desprotegidos: sólo ver la correlación entre índices de pobreza y encarcelamiento en la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL): 70% de los convictos varones no tienen educación preparatoria.
Pérdida de autoridad judicial
Una de las causas remotas de la crisis en el Poder judicial es que no pudimos defenderlo. Y la razón no es únicamente una casta sacerdotal queriendo oscurecer sus prácticas para proteger su poder, como una iglesia que perdió fuerza cuando tradujeron la Biblia del latín al idioma mayoritario, el alemán de Lutero. Es simplemente el progreso de la especialización disciplinaria. Que hay que domesticar:
En los años 70 un movimiento político-social surgió en el mundo anglosajón para exigir que el derecho se escriba y hable en cristiano: el “plain language” o lenguaje claro, llano. Principalmente en países del Common law como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia: pocos principios y mucha jurisprudencia.
En 1975, presionados por usuarios y gobierno, empresas como Citibank comenzaron a reescribir contratos en lenguaje claro para tarjetas de crédito. A finales de los 70 y principios de los 80, varias agencias federales iniciaron proyectos para simplificar formularios públicos.
En el 2010, se firmó la Plain Writing Act bajo la presidencia de Barack Obama, obligando a las agencias federales a usar lenguaje claro en sus comunicaciones al público.
Aunque en México enfrentamos un reto mayor por nuestra tradición jurídica romano-germánica (hartas leyes), han habido esfuerzos para procurar el acceso democrático a la justicia. Desde la implementación de juicios orales en 2018, hasta la simplificación de procesos con el Programa de Simplificación de Cargas Administrativas (SIMPLIFICA) o de trámites en Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT)
Así como en sus inicios, es la sociedad civil y la empresa los que puede empujar una simplificación del lenguaje de la justicia. Después de dedicar 10 años en RĒTOR y Política de a Pie AC a estudiar y promover prácticas y puentes transdisciplinarios, esta semana empiezo una gira de capacitación con la Escuela judicial para entrenar a Jueces y Fiscales en expresión oral. Promoveré el lenguaje llano.


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